En la despedida me hago partes
quedara en vos lo que me arranques
y en mi, lo que me dejes.
El adios lo quiere todo,
desde mi soberbia hasta la borra de los vinos,
y yo me quedo con lo que no me alcanza.
En ese vocablo devoto y preciso
se añejan los mejores dias de mi vida,
hasta que soplen vientos nuevos.
No lo digas hasta que me haga hombre,
que convierta ese sonido en algarabia
y no me arrepienta de haber vivido.
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