sábado, 2 de diciembre de 2017

Molestando vecinos

Un soliloquio con interlocutores intimos se acerca a la luna.
Una vez acabada la hemorragia,
andaremos descalzos por los patios, nadaremos sin ventajas.
Buscaremos sin descanso algunos fuegos y vinos tintos.
Reiremos de la pavada absoluta, para desafiar el final de la alegría,
hervidos como pucheros de infancias bailarinas en armoniosos desafinos.
Nos cocinaremos antes que la res, para salvarnos de los hombres.
En una mesa haremos alianzas y pactos irrompibles,
tendremos en las tripas las mismas virtudes, y se iran cayendo una a una.
Los gritos de los años que nos hicieron diferentes,
cesaran con amores machos, que se escurriran llorando mujeres.
Cuando las botellas queden vacias y algún picaro robe los tantos,
pondremos la prudente distancia, que nos llevara al próximo banquete.
A meter almas en una bolsa, en remolinas grescas que dejaran las brasas,
los abrazos de despedida, las gracias por litúrgicas pasiones,
que se encienden con cajones, diarios y carbones.
La llamada de la sangre que drena del cadáver por infernales hierros,
ofrece la comunión de los que se permiten comer con la mano y mear los jardines.

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